25.6.10

Sueño sobre alucinaciones y locura

Soñé.
    [...] Había un grupo de gente, estaban en mi casa. Estaba papá, mi primo con un computador, Esther, Carlos V., gente conocida. Se iban a caminar por el bosque. Yo me quedaba en la casa. Al rato, Esther me llamaba al celular. Quería saber si Carlos había vuelto a la casa. Lo habían perdido. Al fondo se oía a una muchacha {una del grupo, una amiga de alguien que ahora no recuerdo, quizás amiga de Carlos}, que gritaba: «Él debe estar en la casa, seguro que está allá». Parecía conocerlo. Pero yo estaba sola, Carlos no había vuelto. Colgamos. Me preocupé un poco.
     Luego golpeaban a la puerta. Abrí y era un policía, grande, gordo, algo desgarbado. Me asusté por Carlos. Pensé que lo hubieran encontrado mal. Pero Carlos venía más atrás. Parecía borracho, o drogado {eso pensé en el sueño, pero también pensé que quizás no lo estaba}. Alucinaba. Estaba muy exaltado, pero estaba bien, y contaba la historia de cómo se perdió. Él iba con el grupo y se encontraron con algo, algo grande y oscuro, un espíritu, una entidad. Me parece que Carlos fue el único que la vio. Y le gritó. Quería defender al grupo. La amenazó, la retó para que no les hiciera nada. Nos contaba cómo lo vivió, lo que le gritó al fantasma. {Recordaba la frase exacta, apenas me desperté, pero la olvidé en cuanto empecé a escribir. Es raro cómo se borran los recuerdos de un sueño}. Era un grito imperativo y categórico.
     Todos lo miraban extraño, como si estuviera loco, ido. Yo sabía que no estaba loco, que lo que contaba era real, y que el apasionamiento para defender a sus amigos también era auténtico. Lo abracé, nos miramos a los ojos y nos comprendimos. Lo hice entrar a la casa. Detrás venía su mamá, que estaba muy asustada. Lloraba. Le ofrecía té caliente para tranquilizarla. Sentí pena por la gente que nos rodeaba, que no entendía lo que pasaba. Traté de comunicarme con los demás para decirles que Carlos estaba bien, pero creo que no funcionaba el celular [...].