12.3.10

Leer en público y el tucán perdido

Soñé.
     [...] He sido elegida por mis compañeras de colegio para leer en público el programa general de una presentación, después de que la última vez que lo hice frente a ellas había resultado un chasco {no recuerdo por qué}. Natalia me postuló porque algo le pasó a quien lo iba a hacer antes que yo {¿tuvo un accidente?}. El papel implicaba vestirse con una trusa negra, cuello blanco y corbatín, medias de malla y tacones, a la manera de un espectáculo de variedades en Broadway.
     Como mi predecesora tenía buenas piernas, estábamos todas en el salón de clases preguntándonos quién podría reemplazarla, alguien con buenas piernas, alguien así... Yo estaba a un lado, sin decir nada. Natalia me mira y le dice aun profesor: «Pues ella». Yo me sorprendo, me quiero negar, pienso que no es verdad, que no tengo buenas piernas, no me lo termino de creer. Pero una vez que ella lo dice todo empieza a rodar, nadie lo duda siquiera, como si hubiera dicho una verdad evidente para todos, menos para mí.
     Me dan el micrófono y el programa y ya no puedo protestar. Pero como había pasado alguna situación con ellas antes, yo me siento nerviosa de pasar enfrente de todas a leer, aunque es algo fácil: es sólo leer el programa, y ya lo he hecho antes {en el colegio lo hacía siempre, era la que mejor leía}. Pero esta vez hay un ingrediente adicional, ellas saben algo nuevo sobre mí {¿un secreto de mi vida?}, y me siento avergonzada y nerviosa.
     Pero nadie dice nada, quizá nadie piensa en ello y no escucho al respecto ni un solo comentario, pese a que cuando empiezo a leer me enredo, se me traba la lengua y empiezo a arrastrar las palabras. Aún así, nadie dice nada y me dejan seguir leyendo. Todos saben que lo voy a hacer bien {parece que todos lo saben menos yo}, y esto es solo un ensayo. Ya se me pasará el miedo, todos lo saben.
     En el trasfondo de este sueño {como una historia paralela}, un tucán anda por ahí, solitario y temeroso en medio de la ciudad, agresivo y perdido en la jungla de cemento, en el apartamento de mis padres. Parece siempre buscar algo, o querer escapar de algo. Rompe una ventana para atravesarla {en un lugar parecido a un hospital} y no se deja alcanzar aunque yo lo persigo. Quiero calmarlo, que no se sienta perdido, pero él tiene miedo y huye siempre [...].

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