29.7.10

Sueño con el leñador y la cabaña {soñado en la Amazonía}

Otra pesadilla.

{...} Estoy durmiendo sola, en la cabaña. De pronto escucho golpes y siento que vibran las columnas de madera sobre las que se sostiene la construcción, que se estremece. Alguien está talando, justo debajo de mi cama, debajo de la cabaña. Quedo perpleja. Me asusto mucho y empiezo a sudar frío. Los golpes siguen pero ya no siento la vibración. Me siento amenazada. ¿Qué hacer? Estoy sola en medio del bosque. Pienso en un espíritu del bosque que me amenaza. Tengo miedo. Lo único que se me ocurre es rezar el Padrenuestro. Pienso que eso espantará al diablo, si anda por ahí. Eso he oído. Rezo un Padrenuestro completo, silenciosamente, casi mentalmente. Cuando termino sigo escuchando con atención. No sé si la amenaza sigue ahí. Los golpes siguen {está lloviendo otra vez}. Sigo sudando frío. Rezo otro Padrenuestro, quizás tres sean más efectivos. Rezo tres. Trato de poner fe en ellos pero no me puedo concentrar. Percibo vagamente que algo brilla en mi vientre.

Sigo sintiéndome amenazada, ¿hay alguien ahí? Cuando termino, rezo un Avemaría. Le pediré ayuda a la Señora, en la que puedo poner más fe. Rezo el Avemaría. Pienso en rezar nueve seguidas, quizás sean más efectivas. Pero no puedo seguir. Veo que algo sigue brillando en mi vientre. Verde, como algas marinas. Fosforescente. Me lo cubro con las manos. Es un aparato electrónico, como el MP3 o el celular. Trato de apagarlo, de esconderlo. Cada vez tengo más miedo.

Tomo fuerzas y coraje, me giro en la cama {estaba boca arriba} y me asomo por la ventana. Afuera, abajo, en la esquina de la cabaña veo a un hombre. En la penumbra no lo distingo bien. Ojalá sea Panduro. Le hablo, le pregunto algo como «¿qué quiere?» o «¿quién es?». El hombre me mira y me dice: «necesito 250 o 300 mil pesos». No estoy segura de las cifras. Es un hombre mayor, indígena. «No tengo», le digo. «Váyase». No importa si es verdad lo que le digo. Sólo quiero que se vaya. Pero mi voz suena rara, trabada. No puedo hablar bien. Apenas se me entiende lo que digo: como si tuviera la lengua dormida. En el sueño razono que es porque estoy semidormida todavía y no me he acabado de despertar del todo.

Tengo miedo. Estoy sola y no puedo defenderme. El hombre me podría violar. ¿Qué más puede buscar en mi cabaña en medio de la noche? Pero si no puedo hablar bien, quizás no pueda gritar tampoco. Más allá de la cabaña, subiendo una pequeña pendiente, veo a una mujer que camina hacia allá. No nos ha visto. Está como a 50 metros, o más. Se dirige a una cabaña que veo más allá. Pienso que debería llamarla para pedir ayuda, pero siento que no me va a salir la voz, no puedo gritar bien. Este hombre podría hacer lo que quisiera conmigo {...}.

En esas me despierto. Los golpes que escuchaba en el sueño son la lluvia que cae de los árboles, la humedad. Es el mismo sonido que me pareció una carreta en mi ***pesadilla anterior***. En la oscuridad, pienso que estoy sola, aquí. En medio de la nada, en una cabaña de madera con ventanas de angeo, cualquier hombre podría venir a violarme. Chan duerme lejos de aquí. Podría escuchar mis gritos, o no. Hay mucha vegetación para amortiguar el sonido. Tengo un machete y una navaja, pero ninguno a la mano. No sé si pueda dormir nuevamente. Uso el celular como lámpara para escribir esto, presionando teclas al azar. Cuando miro la pantalla, veo escrito allí «aaaaaaajj». Mi grito silencioso.


1 comentario:

  1. Tuve este sueño en un punto del viaje en que me sentía atrapada, estancada. Recordaba haber leído sobre sueños de este tipo en el libro Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola Estés. En una interpretación del cuento «Barbazul», ella ve en este sueño la amenaza del depredador de la vida creativa interior, que puede ser interna o externa. La manera de enfrentar esta amenaza es, primero, ser conciente de ella y segundo, darse tiempo para fortalecerse y lograr que la respuesta salga de la propia psique. Quizás de ahí el tema de las oraciones en mi sueño, cada vez más numerosas. Gracias a un computador pude estudiar esta información al día siguiente y usarlo como una herramienta para salir de las arenas movedizas en las que estaba atorada. Funcionó de maravilla.

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